Mujer y Cine: En torno al deseo femenino
XIII Jornadas de Hª y Análisis Cinematográfico
Jesús González Requena, Catedrático de la Universidad Complutense de Madrid
Aula de Cultura La Llotgeta
Plaza del Mercado, 4
Martes 10 y Miércoles 11 de diciembre

Pregunta.- Mujer y cine, en torno al deseo femenino. ¿Es diferente al masculino? ¿En qué sentido?

Respuesta.- Haciendo la salvedad obligada de que entendemos el deseo femenino no como el de toda mujer sino como el de la mujer heterosexual (y lo mismo por lo que al masculino se refiere), formularé así el deseo de la mujer: alcanzar ese extremo del goce que sólo le es dado a quien se entrega a (y en) la posición pasiva. Y el masculino: tomar a la mujer y, por esa vía, saber, a través de ella, de ese extremo del goce que solo en ella es posible. Podemos sintetizarlo, todavía, así: el hombre toma a la mujer. La mujer, tomada por el hombre, es. Pero claro está, para poder hablar de esto de una manera sensata es necesario poner en cuestión el enfermizo (e inculto) rechazo que nuestra sociedad siente hacia la pasividad.

Fotograma de 'Su juego favorito', de Howard Hawks.
Fotograma de ‘Su juego favorito’, de Howard Hawks.

Pregunta.- El incomprendido deseo femenino por parte de los hombres, que desemboca en muchos casos en la llamada violencia de género, ¿se soluciona con más educación o intervienen otros factores a tener en cuenta? ¿Como cuáles?

Respuesta.- Para poder abordar con éxito la llamada violencia de género sería necesario:
a) eliminar esta absurda denominación (los géneros no son violentos,
los son las personas) y retornar a una antigua y más sensata: «crimen
pasional». Pues nos ayudaría a recordar que las cosas que suscitan
pasión (y el sexo es una de las primeras entre ellas) son en sí mismas
peligrosas y hay que manejarlas con cuidado.
b) Percibir el problema en sus justos términos: cada vez hay menos
crímenes machistas, la mayor parte de los crímenes que padecen las
mujeres hoy en día son cometidos por varones infantiles e incapaces
con controlar sus emociones. La prueba es fácil: el antiguo asesino
machista no lloraba nunca: mataba a su mujer y se iba al bar,
orgulloso de sí mismo, a contárselo a los amigos. El actual asesino de
mujeres las mata con los ojos llenos de lágrimas y luego se suicida o
se entrega a la policía, dado que (tal es su percepción subjetiva) se
ha sentido previamente aniquilado (en el plano psicológico) por ella.

Fotograma de 'La pianista', de Michael Haneke.
Fotograma de ‘La pianista’, de Michael Haneke.

c) Educación: convendría asumir que es útil educar al varón en la
exigencia de un suplemento de autocontrol, dada su superior masa
muscular y, por tanto, su mayor capacidad de ejercer violencia física.
Algo de ese orden estaba implícito en la antigua máxima «los hombres
no lloran». Convendría, igualmente, educar a las mujeres en la
conciencia de su poder psicológico sobre los hombres, dado que su
menor masa muscular busca su compensación en un más hábil dominio de
la violencia psicológica.
c) Cuando más se denigre y desprestigie la posición viril, más
crímenes pasionales acabarán produciéndose. O dicho de manera breve:
nada menos machista y más positivo para la mujer que un hombre que,
cuando ella le abandona, puede seguir cantando eso de «Pero sigo
siendo el rey». Pues obsérvese que ella le ha abandonado y él, porque
es capaz de seguir sintiéndose el rey y no un niño desesperado que se
vive abandonado por una figura materna a la que acaba odiando, es
capaz de aceptar ese abandono y no trata de imponerle a ella su
sometimiento.
c) Y claro está: reivindicar el lugar del padre. Pues, como decía
hace un momento, la mayor parte de los hombres que hoy matan a las
mujeres siguen siendo niños que proyectan en las mujeres el fantasma
de una madre omnipotente que nunca llegó entregarse a un padre con el
que ellos pudieran identificarse. Lo que, a su vez, puede sintetizarse
en la inversión de una célebre frase de Bataille: no es cierto que el
sexo sea una parodia del crimen. Es exactamente al revés: el crimen es
la parodia (impotente) del acto sexual.

Fotograma de 'Jules y Jim', de François Fruffaut.
Fotograma de ‘Jules y Jim’, de François Fruffaut.