Luís Camnitzer, "Crimen perfecto", 2010. Instalación, teleidoscopios, madera de nogal. Medidas variables. Colección MUSAC. Imagen cortesía de EACC.

Una posibilidad de escape. Para asaltar el Estudio de la Realidad y volver a grabar el universo.
Comisariado por Agustín Pérez Rubio.

Espai d’art contemporani de Castelló
C/ Prim s/n, Castellón
Del 24 de mayo al 29 de septiembre de 2013.

Cerith Wyn Evans, "Dream Machine", 1998. Instalación, cajas de luz, motor, otros elementos. Dimensiones variables. Colección MUSAC. Imagen cortesía de EACC.
Cerith Wyn Evans, «Dream Machine», 1998. Instalación, cajas de luz, motor, otros elementos. Dimensiones variables. Colección MUSAC. Imagen cortesía de EACC.

El Espai d’art contemporani de Castelló presenta la muestra colectiva Una posibilidad de escape. Para asaltar el Estudio de la Realidad y volver a grabar el universo, organizada con la colaboración del MUSAC, Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León. Bajo el comisariado de Agustín Pérez Rubio, la muestra reúne la obra de una treintena de artistas nacionales e internacionales pertenecientes a la Colección MUSAC y toma como referencia los postulados del icónico escritor, artista y director de cine William Burroughs con la intención de hacernos re-pensar nuestra actual realidad, de-construyéndola y transformándola en aras de una ficción que tiene que ver con esa otra realidad del subconsciente que supone una vía de escape en el terreno de las artes plásticas.

Una posibilidad de escape se inscribe conscientemente en el momento actual, donde realmente no es sencillo discernir la realidad circundante de la ficción. Los problemas económicos, políticos y sociales han hecho que la pérdida de la ilusión y la sobreexplotación de lo real se adueñen del individuo en forma de frustración o nostalgia, y en otras ocasiones, de virulencia y sin resignación. Pero este momento convulso, también para el arte, obliga a repensar cuales son nuestras estrategias para seguir hacia delante.

La exposición plantea, como indica su título, una posibilidad para salir de nosotros y enfrentarnos con lo real con nuevas herramientas, entrar en un ensueño y pasar al otro lado, tal y como Lewis Carroll escribió en Alicia en el país de las maravillas. Una posibilidad de escape busca subvertir la realidad y perseguir una suerte de trance en el que los factores queden alterados, las fragmentaciones den paso a los silencios, los órdenes no se establezcan, y donde se tienda de lo real a la desaparición, a una abstracción cada vez más borrosa, para regresar de ese viaje de nuevo a nuestra realidad siendo conscientes de que existen otros mundos y otros prismas desde donde mirarla. Para ello la ficción es una buena arma, y este proyecto tiende a ella de forma muy precisa, en homenaje a uno de los artistas, escritores y cineastas clave del siglo XX: William Burroughs.

Burroughs consideraba que el ser humano está alienado por el lenguaje. El lenguaje (y las normas gramaticales y sintácticas que le caracterizan) es un organismo parásito, un virus, que ha elegido nuestras mentes como hábitat. El problema se complica porque los seres humanos infectados no saben que lo están. Para Burroughs, la auténtica revolución no es de índole social, sino mental. Deshacerse del virus lenguaje es el primer paso. La guerra contra este virus establece una continuidad en gran parte de su obra, donde los protagonistas (humanos, extraterrestres, seres inorgánicos, demonios) están claramente de un bando o de otro y se enfrentan violentamente, sin reglas de ningún tipo. Los esfuerzos de este autor por trascender las reglas del lenguaje consiguen finalmente destruir esa tiranía inherente, de tal manera que Burroughs consigue expresar imágenes y mundos como nadie ha podido antes.

El título y el subtítulo de esta muestra son un claro homenaje a él, y por ello la invitación a la entrada de la exposición se hará desde esa realidad, la misma de la que habla o a la que se refiere Burroughs. Así, la lección que lega a nuestro presente el controvertido autor norteamericano es aquella que consiste en admitir que es necesario de-construir y re-construir de manera constante el lenguaje pues solo de este modo será posible dejar de ser hablados por otros (en lugar de hablar por nosotros mismos, desde un posición de sujetos de conocimiento y resistencia), y ello sucederá siempre en el contexto de la búsqueda de nuevas formas de expresión artística, respecto a las cuales, a partir de Burroughs, es posible soñar con que algún día no muy lejano puedan ser soñadas. Algunas técnicas interesantes que Burroughs introdujo son el cut-up (que aprendió de su amigo Brion Gysin, junto con el que inventó la Dream Machine), consistente en collages narrativos o un esfuerzo denodado por destruir las normas sintácticas y semánticas sin perder el sentido de lo relatado y que pueden articularse en el campo visual. Una posibilidad de escape pretende funcionar del mismo modo que los últimos libros de Burroughs en los que el lector no se da cuenta de que en realidad el texto está violando todas las reglas del lenguaje, logrando además que éste se transforme en imágenes de modo fluido.

Así, la muestra recibe al espectador con la experiencia sensorial de la instalación Dream Machine del artista británico Cerith Wyn Evans, cuyo título es un claro homenaje a Burroughs y Gysin. La propuesta de Wyn Evans ocultará toda la visión del espacio que se encuentra detrás, como ese «otro» espacio no real, o mejor dicho soñado, en el que el visitante va a sumergirse una vez haya estado en contacto con las máquinas. Las dream machines (máquinas de sueños) son un dispositivo de parpadeo estroboscópico que produce un estímulo visual. Fueron creadas por el artista Brion Gysin a principio de los años sesenta junto al científico y matemático Ian Sommerville después de leer el libro de William Grey Walters titulado El cerebro viviente. Gysin era un ocultista, artista y escritor residente en París y amigo muy cercano de William Burroughs, quien también recibió crédito por la invención de la máquina. Así, ambos experimentaron larga y profundamente con ella. Además ambos tenían una relación con el neurocientífico británico Gray Walers quien descubrió que haciendo parpadear las luces rápidamente como un flash se podía alterar la actividad cerebral y no solo el córtex visual, sino toda la mente humana.

Lo que se pretende a partir de esta pieza es que el público se acerque a la misma, cierre los ojos y comience un viaje circular de principio a fin, de la realidad a la ficción, para regresar a esa realidad permanente de la que habla Burroughs. En este sentido, el pasar detrás de la cortina es dar paso al inconsciente, a la otra realidad, a la deconstrucción en la que lo ficcional se asoma y nos mantiene sumergidos por completo. Se trata de una experiencia sensorial,  intelectual y política, a través de las obras de los siguientes artistas pertenecientes a la Colección MUSAC: Julieta Aranda, Txomin Badiola, Luis Camnitzer, Carles Congost, José Damasceno, Jimmie Durham, Jon Mikel Euba, Esther Ferrer, Philip Fröhlich, Dora García, Paul Graham, Federico Herrero, Christian Jankowski, Terence Koh, Jorge Macchi, Julie Mehretu, Itziar Okariz, Damian Ortega, Tony Oursler, Nicolas Paris, Paul Pfeiffer, Jorge Pineda, Fernando Renes, Nicolas Robbio, Ugo Rondinone, Néstor Sanmiguel Diest, Fernando Sinaga, Cerith Wyn Evans, Akram Zaatari, Carla Zaccagnini.

 

Luís Camnitzer, "Crimen perfecto", 2010. Instalación, teleidoscopios, madera de nogal. Medidas variables. Colección MUSAC. Imagen cortesía de EACC.
Luís Camnitzer, «Crimen perfecto», 2010. Instalación, teleidoscopios, madera de nogal. Medidas variables. Colección MUSAC. Imagen cortesía de EACC.