Cartel

#MAKMAArte
‘Prohibit Fixar Cartells. REA. Cartells valencians 2000_2020’, de VV.AA.
Comisarios: Boke Bazán y MacDiego
Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana y Asociación de Diseñadores de la Comunitat Valenciana (ADCV)
Sala Carlos-Pérez
Centre del Carme Cultura Contemporània (CCCC)
Museo 2, València
Hasta el 8 de noviembre de 2020

Asevera José María Cruz Novillo (Premio Nacional de Diseño 1997) que “si el arte es un viaje de ida, el diseño es un viaje de vuelta”; un trayecto de vínculos y reciprocidades que, entre otras resoluciones y formatos, erige al cartel en una extremidad compositva determinante por las razones morfológicas y semánticas que configuran su naturaleza creativa.

Y así parece corroborarse en la muestra colectiva ‘Prohibit Fixar Cartells. REA. Cartells valencians 2000_2020‘, una exposición que procura una ubérrima travesía “por el mapa territorial” de la Comunidad Valenciana durante las últimas dos décadas –al calor inmediato de la designación de València Capital Mundial del Diseño 2022–, mediante “600 carteles de 365 autoras y autores de las diferentes generaciones, en un comienzo de siglo en el que la creativadad valenciana goza del mayor prestigio”, tal y como se rubrica en el texto curatorial, comandado por los artistas Boke Bazán y MacDiego.

Una exhibición antológica –que acoge la Sala Carlos-Pérez del Centre del Carme Cultura Contemporània (CCCC), hasta el 8 de noviembre– organizada por el Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana y la Asociación de Diseñadores de la Comunitat Valenciana (ADCV), que se “entronca con la tradición del cartelismo valenciano”, afirma Bazán, cuyo propósito, “más allá de buscar únicamente la excelencia tipográfica o estilística, lo que pretende es trazar una panorámica”, a modo de sinopsis, de cuantas singularidades han venido a definir, a través de este soporte, la idiosincrasia estética de las instituciones públicas y del tejido empresarial privado.

Dos figuras imprescindibles para el devenir profesional del diseño, en tanto que “esto no pasa si no hay un cliente que haga el encargo. Entidades públicas y empresas que confían en la cultura y en la creatividad y que, precisamente, permiten que todo esto suceda”.

Una evolución, semántica y cualitativa, que ramifica su influjo, además, por el vasto entorno del espacio público, en tanto que «la sociedad también demanda una mayor calidad en el paisaje gráfico urbano, y eso nos hace mejores como sociedad», reflexiona María Lapiedra, directora de comunicación de València Capital Munidal del Diseño 2022.

Detalle compositivo de una de las salas que acoge ‘Prohibit Fixar Cartells. REA. Cartells valencians 2000_2020’. Foto: Jose Ramón Alarcón.

Así mismo, rememora MacDiego –no sin cierta mordacidad– que “la historia del cartel valenciano, hasta los años 70 y 80, era una, y cuando el señor Mackintosh entró en nuestra casas pasaron cosas que afectaron al modo de trabajar”. Por ello, en la presente exposición se pueden ver, igualmente, “pequeñas diferencias entre lo que pasaba hace veinte años y lo que pasa ahora”.

Y tales disimilitudes asientan buena parte de sus raíces tanto en la transformación de la gestión política como en la «implantación de un tipo de contratación a nivel profesional conseguido en los últimos años», matiza Ángel Martínez, presidente de la ADCV, para quien este factor ha devenido en un «aumento de la calidad del diseño gráfico y general que se ve reflejado en la exposición».

Un progreso que transita, a la par, por el devenir tecnológico, cuyo desarrollo afecta y modifica el curso del cartelismo en su extremidad última y representativa, en tanto que el cartel se encuentra “en un momento de cambio genético”, refiere Bazán, ya que, aún cuando “es objeto de exposiciones y acaba siendo objeto de coleccionismo”, en los últimos años “se está despojando del papel a causa de los medios digitales”.

En ese sentido, recuerda el artista y comisario, “ya trabajamos y diseñamos en digital, movemos en digital y presentamos y reproducimos en digital; no únicamente por los medios y redes sociales, sino porque los propios mupis y otros espacios de representación ya lo son”.

El diseñador subraya, de igual modo, la existencia y disponibilidad de “carteles que tienen movimiento (representados en la exposición a través de un monitor), incluso con sonido”, cuestión que le conduce a sugerir una ineludible interrogante: “¿Podemos seguir llamándole cartel a esto?”.