Paisajes de contradicciones, Alba Cataluña
Espai d’Art Colón
C/ Colón 27. Valencia
Hasta el 27 de noviembre de 2016

Las obras de la joven artista Alba Cataluña se exponen en el espacio del Ámbito Cultural de El Corte Inglés de la calle Colón. La tarea de promoción y divulgación de arte joven que lleva a cabo el Corte Inglés, la Real Academia de Bellas Artes y el Centre de Documentació d’Art Valencià Contemporani Román de la Calle, ha tomado un nuevo rumbo al trasladarse, por fin, al centro de la ciudad de Valencia.

Alba Cataluña es licenciada en Bellas Artes por la Universidad Politécnica de Valencia donde se especializó en pintura. En la actualidad, trabaja en sus proyectos artísticos y los compagina con la ampliación de sus estudios.

En el texto crítico que escribe Gabriela Georgieva se explica que “su pintura es poesía visual. Mediante una profunda introspección la pintora se centra en la búsqueda constante entre el contraste creado entre la ausencia o presencia de la luz. La artista presenta una variación constante en su percepción del mundo, fluctuando en su cambiante sentido, dominado solamente por el color y la luz.

Así pues, pigmentos y luz se funden en una danza interminable, mágica. Crean movimientos como si de un vals de altibajos se tratase. Ella es su propia obra de arte: muchas veces incapaz de dominar la fuerza que brota del lienzo, que llama a gritos al espectador, pero sí con la fuerza suficiente para mandar sobre sí misma. Sus pensamientos, sentimientos y deseos únicamente pueden ser descubiertos a través de la contemplación serena de sus piezas.

Una de las obras de Alba Cataluña. Imagen cortesía Centro de Documentación de Arte Valenciano Contemporáneo.
Una de las obras de Alba Cataluña. Imagen cortesía Centro de Documentación de Arte Valenciano Contemporáneo.

Alba se presenta en la actualidad como una autora que emplea todas las herramientas que se encuentran a su disposición, para centrarse, primordialmente, en la realización de pinturas en las cuales el dripping, el assemblage y el violento pero preciso rasgado de las telas se convierten en su signo de identidad.”

La obra de la artista se fundamenta en fragmentos de paisajes blancos y negros, parajes desolados, donde el tiempo, en su soledad, nos muestra superficies aparentemente limpias en las que puede plasmar el dibujo de la línea, línea como escritura, como huella, como un diario, un abecedario propio, en el cual simplemente recoger la tranquilidad que éstas superficies le confieren al artista día tras día. El enfrentamiento entre estas obras crea un deseo de tocar, la necesidad del tacto mediante la mirada, ese otro tacto que puede llegar a ser embarazoso y al mismo tiempo perturbador de la sensibilidad.