ARQUITECTURA RURAL DISPERSA Y TEMPORERA DEL SECANO LITORAL VALENCIANO

Las casetas de volta son viviendas agrícolas temporeras y dispersas del secano litoral, construidas con muros de piedra y cubiertas con bóveda tabicada, amb volta, de doble rosca de rajola y de distribución localizada principalmente en la zona costera del Baix Maestrat. Son las denominadas, en la zona, casetes de camp o casetes temporeres con cubierta de volta, de heredades alejadas de los pueblos, ligadas al cultivo del secano arbóreo, servían de albergue temporal, se utilizaban periódicamente para las tareas de labor y estacionalmente en la recolección de la algarroba o la oliva. Arquitectura temporera, que es refugio del labrador y su familia, de su animal de trabajo, el mulo o matxo, así cómo lugar de almacén de la producción agrícola y de los aperos de labranza.

Se distribuye por los llanos costeros y estribaciones montañosas del Baix Maestrat, se encuentran sobre las vertientes marítimas más tendidas de la Serra d’Irta, en el término de Alcalá de Xivert, de forma escasa en el Plà y con más presencia sobre el frente litoral al norte de Alcossebre, se localizan algunas sobre la vaguada de Santa Magdalena de Pulpis y su distribución alcanza más al sur, de forma residual, la comarca de la Plana Alta en los términos de Coves de Vinromá, Vilanova d’Alcolea y Cabanes. En la llanura costera de Peñíscola, Benicarló y Vinarós se dan las mayores densidades, al norte llega a las tierras tarraconenses del Montsià, ocupando enclaves de Alcanar, el corredor de Ulldecona y los llanos del delta del Ebro.

Presentan una tipología muy depurada y completa, casi invariable, que resuelve de forma racional y eficaz en un único volumen la articulación de los tres espacios axiales en la vida agrícola temporera del secano litoral: el hogar, el dormitorio y la cuadra. Un volumen bipartito organizado en tres espacios, a un lado dos alturas con el establo en planta baja, la pallissa, o dormitorio, dispuesta en altillo, y al otro el hogar, un espacio de doble altura que es lugar de cocina, comedor y lugar de estar.

Entrando por la puerta de acceso, que se sitúa centrada sobre la fachada oriental, al lado derecho, al norte, se encuentra el hogar, que incluye tres elementos básicos sobre el muro testero: la chimenea o fumeral, el aljibe o aljub y la alacena, dos de ellos se sitúan en esquina y el tercero central, sin existir una regla fija, cada caseta lo resuelve a su manera, por lo general, todo sobre un suelo de tierra apisonada, en alguna ocasión sobre piezas cerámicas de barro cocido. La chimenea lleva el fuego a nivel del suelo sobre base de losas de piedra y campana formada con ladrillo macizo tradicional, rasilla o rajola. Completan la zona una alacena cajeada interior sobre el muro, y otras veces como mueble exento, algunos estantes de rasilla, un banco corrido de piedra adosado al muro y la abertura del aljibe. A la izquierda de la puerta se encuentra el lugar de la cuadra con pesebre para el macho, separado del resto del espacio por un murete bajo, o con un simple escalonado, que sirve también de almacén de aperos y herramientas en el espacio previo al cierre con murete o escalonado. Al frente de la puerta de acceso se encuentra la escala de subida al altillo, el espacio central previo, entre murete y escala, se utiliza también como almacén de las cosechas. El altillo de la palllissa, es dormitorio y pajar, dos funciones complementarias, la paja almacenada hace de mulllido para el descanso y se soporta con viguetas de madera sin escuadrar empotradas en los dos muros largos, sobre ellas descansa un tablero que hace de piso, que puede ser de entablado de madera o de dos hojas de rasilla colocadas a rompejuntas o enrajolat.

6. Dispositivo de recogida de aguas en la caseta de l’Ull de Bou, (Peñíscola).
El aljub, aljibe o cisterna, suele ser un cuerpo exterior al de la caseta, en lugares rocosos es un cuerpo amplio de poca profundidad cubierto con volta, otras veces con bóveda de piedra o con cubierta plana de ladrillo macizo, en los terrenos de más fácil excavación el lugar de almacenamiento de agua es cilíndrico y profundo, cubierto con cúpula de rajola si se sitúa al exterior y en aquellos que se sitúan al interior de la caseta con embocadura cuadrada. Al agua del aljibe se accede desde el interior de la caseta, mediante puerta vertical sobre antepecho en los que el cuerpo es exterior y con tapa horizontal sobre el antepecho, formado en torno a la boca del pozo, en los interiores. La lluvia que cae sobre la bóveda la recogen los canales dispuestos en la coronación de los muros largos, estos la conducen a las partes bajas de los muros que se sitúan en la fachada corta norte, dónde se encuentra el aljibe, desde estos dos puntos se conduce el agua con canales o bajantes de teja, vistas o semiempotradas, según el caso y posición del pozo de almacenamiento, a dónde llegan decantadas después de pasar por un filtro situado a la entrada de este.
7-8. Conducción de aguas pluviales y aljibe en dos casetas del Plà de Torre Nova (Peñíscola)
Las casetas de la sierra de Irta se orientan siempre mirando al mar, su fachada principal se dispone preferentemente hacia el este o sureste, y por lo general paralela a la línea costera, sobre esta fachada se abre centrada la puerta de acceso, hueco principal de iluminación y ventilación, que suele ser de carpintería de una hoja, a veces con portó de cuadra, de una hoja partida que permite abrir la hoja completa o bien únicamente la parte superior, un segundo hueco se abre sobre el muro testero meridional, con el que las casetas miran de reojo al sur, es una pequeña abertura practicada en el altillo, un ull, que no suele llevar carpintería de cierre. Estas dos son las aberturas canónicas de las casetas de volta y que llevan todas ellas. Aquellas que sitúan la chimenea en esquina pueden abrir otro ull sobre el testero norte, o algunas cuadras tienen un pequeño hueco de ventilación sobre la fachada principal y la única ventana que encontramos fue en la caseta de Cantavella en Alcossebre, abierta en la fachada oeste y sobre el banco del hogar. En las casetas del Plà de Vinaròs, dónde las intervenciones de restauración o modificación fueron más habituales, se encuentran modelos diversos con huecos en distintas posiciones, a menudo a nivel de planta baja, y por lo general de mayores dimensiones.
Construcción

Construcción mixta de piedra y ladrillo cerámico, de planta rectangular con dimensiones entre 5 y 8 m de largo y un ancho variable entre 3,5 y 5 m, el espesor de los muros varía según la luz de la bóveda que sustenta, hasta luces interiores de 3 m el espesor es de 60 cm y para superiores es de 70 y hasta 75 cm sobre la fachada principal, son espesores de muro amplios necesarios para recibir y absorber los empujes que genera el apoyo de la bóveda, espesores superiores a los de caseta de cubierta plana o inclinada que tienen de 30 a 45 cm, e incluso a los de masías y casas de poble que tienen de 45 a 60 cm.

Los muros son de piedra, de mamposteria amorterada con cal y arena, independientemente de su espesor se realizan con dos hojas de mampostería, que se traban entre ellas por lo irregular de las formas y tamaños de las piedras, el acabado superficial de los muros varía, aunque predomina el enfoscado de cal y arena con encalado final, este es el tratamiento más habitual en el acabado de muros, tanto al exterior como sobre todo en las superficies interiores, hay casetas que lo tienen en los muros soleados que dan al sur y el este, con los otros dos únicamente enfoscado, incluso simplemente rejuntados y hasta existen casetas que sus muros son únicamente rejuntados interior y exteriormente como la caseta de l’Escutxa.

Sobre los muros largos, el de entrada y el trasero, descansa la volta, tienen alturas interiores que varían según los casos entre 1,95 y 2,50 m, y sobre ellos arranca, retirada entre 5 y 10 cm de la cara interior, la bóveda de cañón tabicada, de traza semicircular formada por doble rosca, a veces triple, de ladrillo cerámico macizo de poco espesor, rajola, puestos de plano, y no de canto, tomado con mortero de cal, formando, por lo general, dos hojas o roscas, unidas entre sí con mortero, el arranque se hace apoyando sobre una capa de mortero de cal de nivelación, o bien sobre una hilada de ladrillo tradicional colocado en horizontal coronando el muro de piedra.

A la parte exterior el muro de piedra se eleva de 30 a 40 cm sobre el nivel de apoyo de la bóveda y hace de canal de conducción de las aguas recogidas y vertidas por la superficie exterior de la bóveda, el canal tiene entre 45 y 60 cm de ancho y se forma, por lo general, coronando el muro con tres piezas ladrillo macizo, dos laterales vertiendo hacia una central plana y todas ellas con desnivel descendiente hacia la fachada del aljibe que se sitúa al norte. Los muros menores, los transversales al eje longitudinal de la bóveda, se llevan con piedra hasta la rosca cerámica de la volta , el espesor de estos muros suele ser menor, de unos 40 cm, ya que apoyan y reciben los extremos de la bóveda, pero no reciben los empujes de la base.

La volta, o bóveda tabicada

La bóveda tabicada es una estructura arquitectónica tradicional para cubrir espacios, utilizada tanto en la arquitectura académica como en la tradicional, en la urbana como en la rural. La referencia más antigua la encontramos en las bóvedas de hormigón romanas, donde se utilizaba una piel tabicada como encofrado perdido, puede considerarse embrión de este sistema estructural, pero no como tal, la bibliografía y las referencias son escasas, quizás por considerarlas una técnica secundaria, o, lo más probable, por ser un elemento estructural habitualmente revestido de otros materiales de acabado. En cualquier caso, se sabe que las bóvedas y cúpulas tabicadas han existido en la arquitectura valenciana, al menos desde el siglo XIV en las plementerías de bóvedas de claustros góticos y que en el s.XVII era generalizado el uso de bóvedas y cúpulas tabicadas.

Es probable que la bóveda tabicada sea un paso evolutivo de la bóveda tradicional de piedra, utilizada para cubrir distintas construcciones subterráneas como pozos y aljibes, o los carcaus de los molinos hidráulicos, pero también en casetas, viviendas y otras edificaciones exentas, de las que quedan algunos ejemplos en el Baix y Alt Maestrat. La bóveda de piedra es de elevado peso y altos empujes laterales, que obliga a fuertes esfuerzos constructivos, amplios espesores sobre los muros que la sustentan, e incluso a la disposición de contrafuertes, su sustitución por la bóveda tabicada de ladrillo, mucho más ligera, simplifica la construcción y resuelve de forma más coherente y eficaz el espacio edificado. A pesar de todo, no estamos actualmente en disposición de aseverar sobre su origen, no hay referencias que nos puedan datar las casetas de volta, ni rastros que las conecten directamente con la tradición arquitectónica valenciana anterior al siglo XIX.

Sí existen suficientes referencias sobre el momento en que se recuperó este sistema constructivo tradicional, que parece estar en el resurgimiento sucedido en Cataluña y generado por el desarrollo industrial, que requería, para cubrir los edificios fabriles del textil, un sistema arquitectónico económico y seguro ante el riesgo de incendio, entre los que triunfó y se impuso el sistema de bóveda tabicada como cubierta de las fábricas y naves industriales, fue tan fuerte el impulso y desarrollo de la técnica que llegó casi a símbolo nacional. El arquitecto valenciano Rafael Guastavino es probablemente su máximo exponente, estudió en Barcelona, allí conoció y aplicó este sistema constructivo en fábricas textiles desde 1868 con gran éxito, que luego trasladó y desarrolló en Estados Unidos en bóvedas de buena parte de los edificios más significantes. Dentro de este ambiente, parece probable, que algún ingeniero local, como apuntan las crónicas del Baix Maestrat, como Juan Pérez-Sanmillán i Miquel, primer marqués de Benicarló, conocedor de las experiencias catalanas, fuera el responsable de recuperar y aplicar este técnica de cubrición en la arquitectura tradicional de esta comarca castellonense.

La casetas de volta se encuentran, en gran parte, abandonadas y en avanzado proceso de ruina, afectadas tanto por la despoblación rural como amenazadas por la presión urbanística de los municipios turísticos costeros en los que se encuentran, son construcciones dispersas integradas en el paisaje de estas comarcas, símbolos de la vida y la cultura tradicional en estos llanos y piedemontes mediterráneos, que son elementos susceptibles del aprovechamiento, enriquecimiento y diversificación turística. Por otra parte, la bóveda tabicada se encuentra en desuso desde mediados del siglo XX, una cubierta singular, atractiva y simbólica, un sistema estructural tradicional de proceso constructivo racional, económico, responsable y sostenible en los recursos, razones que justifican la oportunidad de revisión y análisis de la técnica, que requiere de práctica y pericia en el oficio, para una posible recuperación y adaptación a los procesos modernos de construcción.
Les casetes de La Plana Alta

El sistema estructural y de cubrición con volta se difundió y aplicó con éxito en distintas arquitecturas de estas comarcas litorales castellonenses, además de las casetas con pallissa, se utilizó frecuentemente en pozos y aljibes, ocasionalmente para cubrir bodegas, graneros, pabellones de caza o ermitas, e incluso para formar muros de contención de balsas, una de las adaptaciones más relevantes fue su uso en la formación almacenes agrícolas dispersos, a menudo de apoyo en las masías.
Son edificaciones a medio camino entre el refugio ocasional, como lo son las barracas de piedra en seco con cúpula por aproximación de hiladas, y las viviendas temporeras, se localizan al sur y suroeste de la sierra de Irta, en los municipios de Alcalà de Xivert, Les Coves de Vinromà, Vilanova d’Alcolea y Cabanes, y alcanzan de forma puntual los corredores interiores, como en los términos de Vilar de Canes y Albocàsser. Aquí son construcciones agrarias de apoyo, las dimensiones son más reducidas, tanto en planta como en altura, varían entre 5,5 y 6,5 m de largo y de 4 a 4, 5 m de ancho, con una altura de 3 a 3,5 m, un espacio diáfano, cerrado y cubierto con bóveda tabicada, en ellas se almacena temporalmente la cosecha y los aperos, es refugio ocasional del labrador, pueden tener chimenea y a veces aljibe, pero no tienen la pallissa en altillo y por tanto no disponen de lugar específico de dormitorio. Algunas pertenecen a masías, como las encontradas en el mas de Maldo en Coves de Vinromà o el mas de l’Aljub en Cabanes.

Los orígenes. Casetas con volta de piedra,
Las casetas del Tossalet y Ramirei

La estructura con bóveda o volta de piedra es una solución utilizada en la arquitectura tradicional valenciana, y especialmente en el Baix Maestrat, para la cubrición de refugios temporales y corrales, muy habitual en el caso de construcciones sobre espacios excavados ligados a la arquitectura del agua como pozos, aljibes o neveras, así como determinados elementos subterráneos de los sistemas hidráulicos, como carcaus y casales de molinos, y otros como los alcavons para drenaje o captación de aguas freáticas, pero son escasas las referencias y ejemplos sobre las casetas cubiertas con bóveda de piedra.

En la arquitectura del agua los espacios son subterráneos, parcial o completamente, la bóveda de piedra descarga su elevado peso de forma acertada, casi directamente sobre el terreno, sobre muros de escasa altura, sobre los muros de contención del espacio excavado o incluso directamente sobre la roca. En el caso de la casetas temporeras, donde el espacio es superficial y se conforma con muros exentos, no se explican estas bóvedas de piedra, de tanto esfuerzo constructivo, si no es dentro de estos paisajes de predominio del secano arbóreo, de amplias extensiones de campos de algarrobos, almendros y olivos, donde los bosques son escasos, en los que predomina el pino carrasco “pinus halepensis”, que producen escasos fustes aptos para la edificación, por contra abunda el material lítico y de forma excesiva para el proceder de la agricultura.

Sobre la umbría del Tossalet, última estribación meridional de la sierra de Irta, se encuentra una caseta con bóveda de piedra, no es un refugio ocasional para resguardarse de las inclemencias del tiempo, como lo son las barracas de piedra en seco, dispone de chimenea en esquina, estacas de atado y agarre para la caballería o para colgar los alimentos, y era, por tanto, un lugar de refugio y dormitorio estacional del hombre y de su animal de trabajo, una vivienda temporal. Tiene un espacio libre interior, de ancho 3,35 m y 7,80 m de largo, un lugar amplio que, además de dormitorio, permitiría sin duda, si así lo requería, el almacenado de la producción agrícola de los algarrobos que aún pueblan los bancales circundantes. Tanto por su construcción, como por su distribución interior, estamos ante un modelo arcaico, ante una tipología en formación. Desarrolla en una sola planta los mismos espacios que las casetas con pallissa, su superficie útil es 26 m2 , muy similar a la que suman planta baja y altillo de de una caseta.

La edificación es de planta rectangular de 9,10 m de largo y 5 m de ancho, se emplaza adosada al desnivel del terreno por una de sus fachadas largas, la meridional, sobre un terraplén formado para el abancalado de la ladera en umbría, el muro de la fachada sur arranca apoyado sobre la roca y adosado por su cara exterior al terreno, de esta forma descansa el peso de la bóveda de forma segura y acertada sobre una de las líneas de carga. Al otro lado la bóveda apoya sobre un amplio muro de 1 m de espesor ayudado con dos contrafuertes, situados al exterior y a línea de los dos anillos interiores de la bóveda. La caseta mira con su muro testero oriental hacia al mar, allí se abre la puerta de acceso, y lo hace sobre una de las fachadas menores para no debilitar la fachada mayor, la puerta es amplia, de hueco libre 1,20 m, el otro punto de iluminación y ventilación se sitúa sobre el testero oeste, un pequeño hueco sin carpintería y situado alto.

Es tanto el peso de la bóveda de piedra y tan altos los empujes que de ella resultan sobre los puntos de apoyo, que los muros que la sustentan deben tener amplios espesores, es muy grande el esfuerzo constructivo que se requiere para soportar estas bóvedas de piedra, por lo que la sustitución del material para la formación de las voltas, de la piedra por el ladrillo macizo o rasilla, aligera el sistema y simplifica enormemente su construcción, con la bóveda tabicada de ladrillo macizo se reduce la carga aproximadamente al 15%, menos de un quinto del peso de la bóveda de piedra, lo que permite levantar los muros de apoyo sin contrafuertes de apoyo y con espesores naturales en torno a los 60 cm, así como abrir huecos sobre las fachadas principales, sin duda este fue un logro constructivo determinante, que permitió dar mayor esbeltez de muros, elevar su altura y con ella la posibilidad de formación del altillo, que depura y completa la tipología, conformando ese único volumen bipartito organizado en tres espacios.

La caseta del Ramirei, situada sobre un rellano de la solana del valle del riu Sant Miquel en término de Alcalà de Xivert, preside un amplio escalón abancalado para el secano arbóreo de esta rambla algo alejada del núcleo de población concentrada. Se encuentra en gran parte derruida, ofrece menos información que la caseta del Tossalet sobre la tipología, se reconoce la planta original y su altura, sin embargo su destrucción ha seccionado la edificación y ha dejado a la vista las capas constructivas, una radiografía testimonial que describe perfectamente la ejecución del soporte de muros, formación de la bóveda e interesantes detalles de construcción que, por lo general, se encuentran ocultos.

Tiene la fachada principal orientada hacia el sur, formada por muro de 80 cm de espesor con contrafuertes, la puerta de acceso se sitúa desplazada del centro y cercana al testero este, la fachada trasera se levanta adosada al desnivel del terreno. La bóveda es de lajas de piedra colocadas de canto o en rastrell con un espesor de 30 cm, tiene una altura interior hasta la clave de 3,10 m. El acabado exterior es a dos aguas, formado con un relleno superior de tierra y piedras terminado con una capa de mortero de cal y arena que conforma la superficie exterior de la cubierta.

Situación actual

La tipología se conserva más pura en las zonas apartadas y despobladas, como en las estribaciones de la sierra de Irta, aquí se encuentran abandonadas desde hace décadas, a menudo envueltas y ocultas por los pinares que recolonizan los bancales, y por lo general, en proceso de ruina, en ellas la estructura de viguetas de madera, que sustenta la pallissa en altillo, ha colapsado en gran parte de los casos, las carpinterías de madera de escaleras, puertas o alacenas se encuentran muy deterioradas, y desmoronado campanas de chimenea o estantes de ladrillo macizo, unas por la filtración de aguas, la humedad ambiental o falta de mantenimiento, en otras por el pillaje y el vandalismo. Las casetas que han logrado sobrevivir en las áreas más pobladas del Plà de Vinaròs y Peñíscola, son edificaciones más accesibles y se mantienen en mejor estado constructivo, a cambio se encuentran intimidadas y amenazadas por la expansión urbanística, los nuevos trazados viarios o los cambios de uso agrícola, buena parte de ellas fueron reconvertidas, ampliadas, anexionadas o absorbidas por otras edificaciones, de cubierta plana o inclinada, modificando la tipología original, durante el proceso de reconversión del secano arbóreo litoral en regadío sucedido a partir de 1950, nuevos usos agrícolas que planteaban distintas funciones de estancia, habitabilidad y espacios de almacén.

5

 

Dibujo de Miguel García Lisón. Planta, secciones y alzados de una caseta de volta en Cala Mundina, en Alcossebre (Alcalà de Xivert, Baix Maestrat), EN M. García Lisón y A. Zaragozà, “La vivienda rural temporera en las comarcas del Maestrat y les Terres del Ebre. Les pallisses y les casetes de volta”, Benicarló 1982

1513

 

 

 

 

 

2_Caseta de volta plano si

 

623