Monumento al caminante, de Ismael Teira
Antiguo cauce del río Turia. Valencia.

“Monumento al caminante” es un proyecto de intervención conmemorativa en el parque metropolitano del Turia. Este espacio público, en otro tiempo lecho natural del río, es un buen ejemplo de éxito ciudadano. Para comprenderlo mejor hay que remontarse a 1957, año de la gran riada que desoló Valencia, tras la cual se decidió reencauzar el río por otro trazado. Dieciséis años después una comisión de expertos barajó la posibilidad de construir en el viejo cauce una autopista. Esta idea generó una gran oposición ciudadana reunida bajo el lema “El llit del Túria és nostre i el volem verd” [El lecho del Turia es nuestro y lo queremos verde] que reclamaba más espacios verdes y se mostraba totalmente contraria al denominado “río de gasolina”.

Prensa, 15 de junio de 1982. Oposición ciudadana a la autopista del cauce, bajo el lema “El llit del Túria és nostre i el volem verd”.
Prensa, 15 de junio de 1982. Oposición ciudadana a la autopista del cauce, bajo el lema “El llit del Túria és nostre i el volem verd”.

En los jardines del Turia existen senderos espontáneos, creados de forma colectiva y anónima, llamados “caminos del deseo”, y que se deben al simple acto de caminar campo a través rechazando e, incluso, mejorando el trayecto marcado. Básicamente son itinerarios alternativos producidos por los que prefieren hollar la hierba a transitar por el albero. Los recorridos son fundamentales para la fructífera experiencia del lugar, y estos deben estar diseñados en base a los parámetros propios del jardín paisajista. El tipo de planificación en el caso valenciano ha provocado que la marea diaria de caminantes, runners, ciclistas o paseadores de perros, enmendara los recorridos establecidos para crear, casi sin darse cuenta, su propia senda. Al fin y al cabo, como dijo John Brinckerhoff Jackson, el camino constituye el primer y más básico espacio público.

Ismael Teira. Monumento al caminante. Pancarta, 2014. Cortesía del artista.
Ismael Teira. Monumento al caminante. Pancarta, 2014. Cortesía del artista.

“Pancarta”, 2014, es una parte del proyecto expuesta recientemente en las Atarazanas de Valencia que representa a tamaño real un fragmento de “camino del deseo”. En realidad se trata de dos senderos que discurren paralelos entre sí, y a su vez paralelos al trayecto marcado. La apariencia se asemeja a una pancarta con colores de la Senyera. Las pancartas contienen expresiones de reclamos o deseos ciudadanos, y las banderas motivan el sentimiento de colectividad. En este caso, fue precisamente el deseo colectivo ciudadano el que impulsó primero la construcción del parque y posteriormente el camino.

Ismael Teira. Monumento al caminante. "Camino del deseo" itinerario alternativo. Cortesía del artista.
Ismael Teira. Monumento al caminante. «Camino del deseo» itinerario alternativo. Cortesía del artista.

Se considera como “Monumento al caminante” la acción y el efecto de regenerar el césped de alguno de los tramos del “camino del deseo” interrumpiendo la senda para recrear un terreno donde volver a caminar y, probablemente, volver a erosionar de nuevo otro sendero, recuperando de forma simbólica la mirada del primer caminante, tal como muestran las cuatro pinturas de paisajes que forman parte de este proyecto. El “Monumento al caminante” se inserta dentro de la secuencia “construcción – destrucción – reconstrucción” (camino – jardín – monumento), siendo uno de los conflictos principales la ausencia de escala monumental, dado que la intervención se dispone prácticamente a ras de suelo, y el material empleado no es ni piedra ni bronce, sino semillas de un césped que se disimulará completamente con el entorno. “Tilted Arc” de Richard Serra, levantado en 1981 en Nueva York, condicionó el espacio y también los recorridos habituales.

Ismael Teira. Monumento al caminante. Cortesía del artista.
Ismael Teira. Monumento al caminante. Cortesía del artista.

“Monumento al caminante” está absolutamente condicionado, como no podría ser de otra manera, por el acto de andar. El andar construye el paisaje a través de la propia experiencia del recorrido, y con el manto vegetal completo se quiere homenajear la mirada del primer transeúnte. Caminar puede ser un acto político o reivindicativo, y más aún cuando se consigue por fin hacer camino al andar y dejar la huella.

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